Rodanteros: una pasión por viajar en libertad que promete crecer en la región
Claudia y Néstor son de San Cosme. Fueron novios en su juventud y se reencontraron 20 años después. En los últimos ocho años, descubrieron una nueva oportunidad para el amor y también para cultivar amistades.

Un camping en Puerto González, en la cuarta sección de San Cosme, fue el destino que eligieron Claudia y Néstor para disfrutar los días libres de Semana Santa. Aunque esta vez la escapada queda a muy pocos kilómetros de su casa, la sola experiencia de “salir a la ruta y establecerse con la casilla rodante en la naturaleza” vale como viaje.
Su vehículo (cargado de pegatinas con banderas de distintos países del Mercosur, varias provincias argentinas y una gran insignia que reza “Sin brújula, rodanteros del norte”) identifica a primera vista de qué se trata el espíritu de quienes habitan el interior de la casilla y el gazebo de grandes dimensiones que constituyen su hogar rodante.
Tienen de todo: una garrafa de gas que transportan para cocinar, un aire acondicionado para los veranos más agobiantes, una parrilla portátil y hasta sus silletas y cañas de pescar están adaptadas para se transportadas con un carrito cuando desean armar su campamento en un terreno complicado y necesitan trasladarse andando.
“La mayoría de estas calcomanías son regalos de otros rodanteros, que fuimos conociendo en nuestros viajes y también son recuerdos de los encuentros de los cuales participamos”, explicó Claudia, a quien conocen como Cuca, en diálogo con República de Corrientes.
Muchas de estas pegatinas corresponden a localidades costeras de Brasil. “Es un lugar al cual siempre soñamos volver, nos encantaría algún día poder comprar un terreno en San Francisco do Sul, un pueblito al norte de Camboriú, con una playa maravillosa y donde viven familias de amigos”, reconoce Claudia.
Lo más lindo de viajar como rodantero es la libertad que te da. Llevas todo, podés irte, quedarte o salir sin destino y la
experiencia siempre va a ser sorprendente. Además de las
amistades, que se vuelven familia”CLAUDIA Y NÉSTOR
RODANTEROS DEL NORTE
De hecho, fue Brasil el primer destino al que eligieron viajar en 2014, cuando no se imaginaban todavía que ese se convertiría en su estilo de vida.
“Empezamos a viajar casi de casualidad”, recordó Néstor -a quien conocen como Sapo- que trabaja como chofer en una empresa familiar de la zona que distribuye plantas ornamentales a distintas provincias como Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. “Cuando nos reencontramos, comencé a acompañarlo en esos viajes y hasta aprendí a manejar el camión”, recordó Claudia.
Ese reencuentro, en un momento especial de la vida de ambos, dio lugar a una segunda oportunidad para el amor y también a iniciar las aventuras a bordo de una casilla rodante, algo con lo cual ambos soñaban, pero que hasta entonces veían como una posibilidad alejada de su alcance. “Muchos creen que es algo costoso, pero no es así, se puede armar de a poco”, aseguró Claudia.

Novios otra vez
Néstor y Claudia fueron novios en su juventud, cuando él tenía 22 y ella 17 años y ambos vivían en San Cosme. Sin embargo, la vida los obligó a separarse, sin saber que podrían volver a apostar a una vida juntos en el futuro. “Mi mamá es de Misiones y mi papá, de Santa Fe. Y en un momento ellos decidieron que la familia debía mudarse a Santa Fe. Allí nos separamos. Con el tiempo cada uno formó su familia, se casó, tuvo hijos”, comentó Claudia.
Más de 20 años después, con sus abuelos ya mayores en San Cosme, Claudia y su mamá (que es hija única) volvieron al pueblito correntino para cuidar de ellos. “Yo volví separada, con dos hijos. Y Néstor también estaba separado. Allí nos reencontramos”, apuntó entre risas.
En esta etapa de segunda oportunidad, decidieron no perder la chance de compartir momentos juntos. Y así, ella se sumó como acompañante en los viajes a bordo del camión que traslada plantas. “A raíz de su separación, Néstor se quedó con un vehículo y un terreno, que al venderlo, le permitió la posibilidad de comprar la casilla rodante. Con algo de dinero que quedó de esa operación, decidimos ir a Brasil. Fue nuestro primer viaje, y desde entonces somos revagos”, relató.
Participar en encuentros de rodanteros fue algo que surgió casi naturalmente, al comenzar a entablar amistad con otros viajeros que se desplazan por el país y otros países vecinos en autocaravanas y motorhomes.
“Trabajé por más de 17 años en una agencia de quiniela, siempre detrás de un mostrador. Esta manera de viajar me da mucha libertad, lo disfruto mucho. Y también de hacer amigos. Hay familias con las que ya sabemos sus cumpleaños, conocemos a todos sus integrantes y nos encontramos cada vez que se puede. Aunque la pandemia frenó los encuentros, estamos siempre en contacto, a la espera de poder volver a reunirnos”, aseguró.
Rodanteros del norte
La pasión que descubrieron en este estilo de vida empujó a Néstor y a Claudia a abrir un grupo en la red social de Facebook, que dieron en llamar “Rodanteros del norte”, y que aglutina en la actualidad a más de 1.200 usuarios.
Otros más de 60 correntinos integran ese espacio virtual, que además se nuclean en un grupo de WhatsApp, donde comparten las novedades de cada una de las familias viajeras y que además sirve de canal para convocar a los encuentros.
“Participamos de un encuentro muy grande que se hace anualmente en la localidad entrerriana de Diamante. Y allí nos dimos cuenta de que necesitábamos unirnos quienes somos de esta región para organizar encuentros que nos conecten”, comentó Néstor.
“Sin brújula” es el espíritu que los mueve en su casilla. Pero sí que tienen norte, asegura. En 2019, por una iniciativa compartida con Jorge Comba, un empedradeño que forma parte del grupo, apostaron a impulsar en esa localidad un encuentro de rodanteros. “No es fácil encontrar en Corrientes toda la infraestructura que hace falta para albergar a muchas casas rodantes. Se necesitan baños, energía eléctrica, algún espacio cerrado por si llueve mucho para poder refugiarse, parrillas y una superficie amplia para acampar”, enumeró.
Tras proponerlo al Municipio de Empedrado (ver recuadro), se organizó allí el primer encuentro de rodanteros del norte durante la primera semana de julio de 2019. “Llegaron familias en más de 60 vehículos y la experiencia fue muy buena. Esperábamos poder volver a convocarla, pero por la pandemia debió suspenderse”, apuntó.
No obstante, aunque un encuentro que aglutine a muchas personas está todavía prohibido, desde que se habilitó el turismo interno ellos no dejaron de viajar. “Nos escapamos, aunque sea cerquita, como ahora. Mientras, soñamos con volver a hacer otro encuentro similar”, asegura.
Así pudieron, por ejemplo, saldar una deuda pendiente: conocer los esteros del Iberá. “Siempre quisimos llegar y ahora fue el momento. Viajamos a Carlos Pellegrini y vivimos una aventura en el viaje, porque entramos por Virasoro en unos días donde llovió muchísimo. Nos quedamos en el camino de tierra varados por más de cinco horas. Pero estábamos tranquilos, porque estamos bien equipados, con agua suficiente para varios días y grupo electrógeno.
Finalmente llegamos a destino y fue hermoso. La infraestructura para acampar allí también es muy buena”, destacó Néstor.
A la hora de proyectar hacia el futuro, estos rodanteros opinaron que “esta manera de vivir y de viajar se afianza en la región, y haría falta mucho más lugares en Corrientes con esa infraestructura. Es un modo seguro de trasladarse, de alojarse y de mantener distancia social cada uno en su burbuja. Además permite el contacto con la naturaleza, algo que nosotros valoramos mucho”, aseguró.
A la hora de comparar, puso como ejemplo algunos campings en Córdoba, Entre Ríos y otras provincias del sur argentino, que ya se posicionaron como destinos atractivos para esta modalidad de viajes.
“Corrientes tiene mucho de lo que encanta a los viajeros de casas rodantes. Faltaría apostar con más inversión en infraestructura, tanto pública como privada”, evaluó.
Ellos, mientras, tienen siempre su casilla lista con todo lo necesario para partir. Y anhelan volver a salir “sin brújula” para nuevos encuentros, cuando la situación epidemiológica lo permita.