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HACIA LA MODERNIDAD

S.O.S. Vera, una cruzada de rescate

Comenzó en 2003, con la intención de reunir fondos que alcanzaran para renovar unas 400 butacas. La iniciativa, impulsada por Norberto Lischinsky, tomó vuelo y consiguió una remodelación casi total.

Crédito: Aaron Fisman

“S.O.S. Vera” fue el nombre que le asignó el entonces subsecretario de Cultura de la Provincia Norberto Lischisnky a una campaña destinada a reunir fondos para el recambio de butacas en el teatro correntino y que marcó un hito en la vida del centenario edificio de la cultura, tanto por la innovación de la idea como por los resultados que se consiguieron a posterior.

“Una de las primeras cosas que Norberto quería hacer en su gestión era reacondicionar el Teatro Vera, que estaba abandonado en su mantenimiento. Pensaba en restaurar la cúpula, reabrir el techo, renovar la pintura. Pero la prioridad era cambiar las butacas y renovar el piso.

Al meterse a proyectar las obras, se dio cuenta de que iba a necesitar más fondos de lo que se podía disponer, y ahí se plantea hacer una convocatoria a la sociedad. Ese aporte lo pensó también como un modo de comprometer a la ciudad en la conservación del teatro, porque algo que no cuesta, tampoco se cuida”, relató Beatriz Kunin, esposa de uno de los más importantes gestores culturales que tuvo la provincia en ese cargo público.

“El [ex] gobernador Colombi aceptó la idea y también la aceptó la sociedad, porque muchísima gente colaboró con aportes para las butacas. Se pusieron así los nombres de los donantes, de sus familias. La gente podía aportar el valor de lo que costaba cada una de las butacas, que se mandaron a hacer en Buenos Aires”, recordó.

La campaña S.O.S. Vera correspondía así “a la idea de mecenazgo en la cultura que tenía Norberto. Al ver el gesto solidario para ayudar al teatro que encontró en la sociedad, apuntó a acelerar la campaña para aumentar la recaudación y se propuso objetivos aún más complejos.

Ese fue el origen del proceso de remodelar y modernizar nuestro teatro. Y se lograron cosas que quizás hoy no se pondrían hacer: reabrir la cúpula, cambiar todo el parquet, se hicieron camarines, baños y se sumó tecnología de punta acorde a lo que el teatro necesitaba en una nueva etapa. Era emocionante y a Norberto le generaba un gran entusiasmo”, apuntó, a su turno, Miguel Gómez, quien se desempeñaba al frente del Departamento de Cine y uno de los colaboradores en el proceso.

Las obras se realizaron debido a que el deterioro se fue asentando tanto en la fachada como en el interior de un coliseo que atesora en su memoria las actuaciones de Los Niños Cantores de Viena, Maya Plisétskaya, del ballet de la Ópera de Kiev, Julio Bocca y Maximiliano Guerra, y que cobijó los estrenos de las películas de Chaplin y de Bergman, entre muchos otros eventos.

En 2004, la Subsecretaría de Cultura inició las obras de refacción, que incluyeron una restauración del patrimonio edilicio histórico y una actualización y modernización de los aspectos técnicos tendientes al confort y la seguridad que los tiempos actuales requerían.

“Los que vivimos de cerca la remodelación vimos el proceso paso a paso. Y también el impacto que generó en el ambiente cultural. Mucho personal del teatro iba a entrar en un parate importante, no íbamos a poder continuar trabajando mientras el edificio estuviera en obras. Así, se generó uno de los programas más federales que tuvo la provincia: ‘Corrientes, de punta a punta’. El personal del teatro estaba así asignado a llevar al interior la puesta en escena de artistas de primerísimo nivel, que se vivió con intensidad en cada localidad”, rememoró.

“A Norberto lo emocionaba el teatro y ese sentimiento fue compartido por la comunidad correntina que se comprometió con la cruzada. Con ese nuevo impulso, se afianzó el orgullo por nuestro Teatro Vera, donde figuras de renombre mundial podrán recordarlo con el esplendor que se merece”, enfatizó Kunin.

Modernidad

A través de esa cruzada a favor de la restauración del Vera, se encararon trabajos esenciales: la reconstrucción del piso de la platea, con reemplazo del solado en madera original en palcos y prepalcos, y reposición de los solados de material prefabricado en cazuela, paraíso, accesos y circulaciones públicas. La reposición de tapicería integral y pasamanería, con lo cual alfombras y pasamanos de toda la sala fueron reemplazados con nuevos materiales tratados con las actuales normas de seguridad ignífuga. Se realizó la climatización de la sala y la renovación del sistema de sonido: el sonido escénico incorporó la colocación de amplificadores y difusores del tipo QSC, bajo el sistema line arrays, además de mezcladora de varios canales, micrófonos, monitores. 

También se amplió la planta de iluminación escénica con la  incorporación de sistemas electrónicos y robotizados con agregados de nuevos proyectores y consolas digitales.  

Se abrió una sala de ensayo, ubicada en el tercer piso del teatro, con similar superficie a la del escenario y se refaccionaron camarines, además de incorporar una escalera que comunica los tres niveles del sector de apoyo.

En el escenario se recambiaron los pisos y se relocalizó el sistema de contrapesos de la maquinaria. Entre otras ampliaciones, se cuenta el del foso de la orquesta, con la implementación de un sistema hidráulico que se ajusta a los requerimientos musicales y sus intérpretes. 

En la fachada se restauraron la marquesina, figuras y molduras del frente edilicio; recuperación de la pintura, reemplazo de los mármoles de los accesos y de la balaustrada.