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DIFÍCIL CONTEXTO EN CORRIENTES

Inquilinos deben disponer de alrededor de $ 100.000 para empezar a alquilar

Un inmueble promedio cuesta cerca de $ 30.000 por mes. A ese costo se le suma el depósito, la comisión y los gastos de papeleo. Además, se dificulta la presentación de un garante, que debe ganar el doble que el valor de la cuota.

Encontrar el lugar apropiado para alquilar y que se ajuste medianamente a la situación económica es una problemática latente y que se profundiza no solo en Corrientes, sino que en todo el país. Pero los elevados precios que se manejan es solo una de las trabas que deben afrontar los inquilinos. 

Las condiciones para firmar los contratos son, en sí mismas, un motivo de alerta constante y que muchas veces puede generar incluso más preocupación que el costo mensual. El depósito, la primera cuota y la garantía hacen que la suma de la que deba disponer una persona sea elevada, muy por encima de los salarios mínimos e incluso de los sueldos promedio. 

 

“Es casi imposible: uno tiene que endeudarse, pedir plata prestada, si no es muy difícil” 

LETICIA RADKE
ASOCIACIÓN DE INQUILINOS

 

Sobre esta situación, República de Corrientes dialogó con Leticia Radke, asesora legal y miembro de la comisión directiva de la Asociación de Inquilinos local. Al respecto, señaló que “las inmobiliarias piden un valor para el ingreso, la comisión y el depósito”. De esta manera, para poder ocupar un inmueble se necesita, de base, el costo de tres cuotas. 

Los alquileres más económicos en barrios periféricos rondan los $ 20.000, pero el promedio en una zona intermedia suelen ser de alrededor de $ 30.000. 

De esta manera, un inquilino debería disponer de unos $ 90.000 para poder firmar un contrato y conseguir un lugar donde vivir. Pero allí no se terminan los gastos. Según señaló Radke, “en la mayoría de los casos nos tenemos que hacer cargo también de los gastos administrativos, papeleo y firmas de los profesionales”.

En este concepto, desde la Asociación de Inquilinos de Corrientes estiman que deben sumarse otros $ 10.000, lo que redondea una cifra de $ 100.000. A valores actuales, esto equivale a más de tres salarios mínimos, que se encuentra actualmente en $ 31.938. 

“Es casi imposible, uno tiene que endeudarse, pedir plata prestada, si no es muy difícil”, dijo al respecto la asesora legal de la asociación correntina. 

Estos costos responden al valor de un alquiler promedio, sin contar los de las zonas más cotizadas, donde las mensualidades alcanzan cómodamente los $ 50.000 o $ 60.000, siempre tomando en cuenta un departamento de dos habitaciones.

Garantes

Por si fuera poco, se suma otro factor que genera serias dificultades y que suele ser uno de los puntos más difíciles de cumplir: el garante. 

Las inmobiliarias solicitan a las personas que alquilan que tengan una persona como respaldo, para que pueda hacerse cargo del pago en caso de que el inquilino no pueda afrontarlo por alguna cuestión. 

Radke comentó en este sentido que “en general solicitan un garante”, diferenciando la situación que se da en Buenos Aires, donde suele requerir incluso tres. 

En Corrientes, uno de los requisitos fijados es que esa persona tenga un ingreso mensual en blanco, que sea de por lo menos el doble del monto de la cuota de alquiler.

De esta manera, tomando como referencia el precio de un alquiler promedio, el garante deberá ganar por lo menos $ 60.000 para poder formar parte del trato y responder por el inquilino en caso de que sea necesario. También hay trabas, por ejemplo, para incluir como garantes a los monotributistas, aun cuando estos facturen el monto estipulado por las inmobiliarias. 

Tan complicada se vuelve esta situación que incluso las empresas aceptan en muchos casos a dos garantes, pudiendo cubrir de esta manera el monto estipulado del doble de la cuota. 

El otro de los puntos de preocupación son las expensas. Los que viven en edificios que cuentan con este sistema sufrieron fuertes subas en los últimos tiempos e incluso acusan de que se les incluyen algunos gastos extraordinarios que, por ley, deberían correr por cuenta del propietario y no del inquilino, como obras de magnitud que van más allá del mantenimiento de los espacios comunes. 

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