Correntinas relatan sobre el acoso sexual y la desigualdad en el trabajo
Artistas, médicas, docentes, periodistas, domésticas y comerciantes contaron acerca de situaciones de denigración. Por ser madres, algunas pierden contratos

En el marco del Día Internacional de la Mujer, hablamos sobre violencia de género en el ámbito laboral con correntinas que se desempeñan en diferentes espacios. Algunas de las que se expresaron son personal de Salud, domésticas, remiseras, docentes, chamameceras, periodistas y comerciantes. Si bien todas indican que sufrieron algún tipo de violencia en el trabajo, las que realizan tareas en hogares son las que están aun más expuestas al acoso sexual.
Las entrevistadas comentaron que fueron obligadas a dejar empleos y relataron situaciones que tuvieron que enfrentar por ser madres. También contaron que ser hombre o no tener hijos son condiciones esenciales para conseguir un puesto en algunas empresas privadas. La violencia psicológica fue la más nombrada. Si bien no mencionaron desigualdad salarial, sostienen que los hombres son los que ocupan más lugares de jerarquía.
"Se enojó porque no quise reunirme en su camioneta (tenía 19 y el hombre, 50). Me gritó en la calle: ¡No te voy a violar!"
MARTA TOLEDO
CHAMAMECERA
La violencia laboral es aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de trabajo públicos o privados y que obstaculiza su acceso al empleo, contratación, ascenso, estabilidad o permanencia, exigiendo requisitos sobre estado civil, maternidad, edad, apariencia física o la realización de test de embarazo. También quebranta el derecho de igual remuneración por igual tarea o función. Asimismo, incluye el hostigamiento psicológico en forma sistemática sobre una determinada trabajadora con el fin de lograr su exclusión laboral.
Acoso sexual
Ante la pregunta sobre si estuvieron frente a conductas o recibieron comentarios con connotación sexual, Karina, que hoy es remisera, respondió que sí. "Al no responderle a mi jefe de manera positiva a sus propuestas un día sábado, el lunes me despidieron", contó.
"Anteriormente, me despidieron de un trabajo de niñera por plantear la situación. Cuando la señora no estaba, su pareja me pedía que le pasara cosas o que le cebara mate. Esto no tenía que ver con mi trabajo y ahí aprovechaba y me acariciaba la mano. Al plantearle la incomodidad a mi patrona, obvio, me acusó de que inventaba. Dijo que no era insinuación y demás, y me despidió. Incluso sugirió que cambiara de actitud y que a veces las personas son ‘amables’. Se burló con gestos diciendo: Mirá si te va hacer eso justo a vos", contó Laura, niñera y estudiante del Profesorado en Educación Especial.
"Son cosas que pasan habitualmente cuando una trabaja en domicilios particulares", dijo.
"Me ha tocado presenciar conductas sexistas muy molestas dirigidas a una compañera, que hacía oídos sordos. A mí solo una vez me pasó con una persona, que ahora es jefe. Me dijo: ¿Tenías calor? Te viniste muy escotada hoy. Hizo alusión a una remera que tenía la espalda al descubierto. No la use más ni tampoco respondí. Ahora me da más bronca", relató Marisol, licenciada en Comunicación Social y periodista.
Silvia, acompañante terapéutica, dijo: "En mi primer trabajo, a los años 18 años, el gerente de la empresa constantemente realizaba comentarios con connotación sexual, por lo cual tuve que dejarlo. Estuve en otra empresa donde los encargados todo el tiempo se dirigían con miradas lascivas y, sobre todo, comentarios inapropiados sobre mi forma de vestir, por lo cual tuve que comenzar a usar ropa más suelta".
Una conductora radial, Noelia, comentó que ella no tuvo que enfrentarme a estas violencias, pero, "cada vez que inicio un trabajo, aclaro que solo estoy para trabajar". Agregó que "lo hago para que no se generen situaciones que puedan ser confusas".
Una cantante chamamecera, Marta, recordó: "Una vez que tenía que reunirme con alguien que se decía curador de un festival. Se enojó porque no quise reunirme en su camioneta (yo tenía 19 y el hombre 50, más o menos) y me gritó en la calle diciéndome: ¡No te voy a violar!".
Violencia psicológica
Respecto de la sugerencia de un servicio sexual cuya aceptación o rechazo determine su continuidad en el trabajo, la mayoría respondió no haber estado frente a esta situación. Por otra parte, precisaron haber sufrido violencia psicológica en el trabajo: gestos, palabras, manipulación, acciones y expresiones ofensivas, menospreciar a la trabajadora y disminuir la importancia de su rol, entre otras acciones.
Una de las entrevistadas que reconoció haber pasado una situación así fue Diana, médica que hoy se desempeña en el ámbito universitario. Cyntia, radióloga que trabaja en un hospital, contó: "Me dijeron que no estaba preparada para mi puesto de trabajo y que tuve suerte. Nos encontramos muchas veces obligadas a masculinizarnos para poder encajar, a no tener una voz aguda, a no demostrar sentimientos y hasta en la vestimenta".
Karina mencionó: "Estoy manejando un remís y soy la única mujer. Recibo chistes obscenos y comentarios inapropiados de parte de la mayoría de mis compañeros, por eso evito juntarme. En esta sociedad, está visto que el auto solo puede manejar un hombre. Sé que pasajeros rechazan el pedido por el hecho de ser mujer quien maneja".
Silvana, hoy docente en una institución privada, relató que se enfrentó a la violencia psicológica y que "esas situaciones fueron el motivo principal por el que terminé renunciando a un trabajo en el que cobraba bien y tenía cobertura, aportes y asistía mi hijo".
"Me sacaban tareas o no me mandaban a hacer trámites porque decían que no estaba acorde la vestimenta con el lugar. En otras ocasiones me hacían a propósito para que lo volviera a hacer. Como era la empleada, ese era relativamente mi trabajo", relató Laura.
Una artista chamamecera, Verónica, contó: "Recibí conductas y comentarios con connotación sexual. Viví situaciones en las que me pedían, por ejemplo, que mostrara un poco las piernas. Jamás olvidaré esa situación. Por supuesto que me llevó a despertar de la vida". Habló del respeto que debe tener todo ser humano y a no normalizar estos casos.
"Cuando decidí independizarme del ambiente en el cual me manejaba, que era el artístico, también lidié con estas situaciones. Aun hoy me sigo planteando muchas cuestiones que tienen que ver con ser mujer", mencionó quien hoy es madre de una adolescente.
Por su parte, Florencia, docente en la universidad pública, comentó: "Tengo pechos grandes y eso me valió algunos comentarios inapropiados en un trabajo anterior por parte de compañeros, sobre cómo me quedaba la ropa (camisas con botones que se abrían un poco o remeras con palabras que se estiraban, por ejemplo)".

El plan familiar
Silvia, Karina y Diana coincidieron en que las rechazaron en empleos por ser mamás.
"El plan familiar es lo primero que consultan a una mujer. Tienen muy en cuenta al momento de decidir si darte o no el puesto. Los mismos compañeros lo primero que te consultan es sí tenés hijos o familia. La cultura nos deja solamente a nosotras como las personas de cuidado", dijo Cyntia.
Florencia dijo que no tuvo que enfrentarse a situaciones de violencia y que respetaron su licencia por maternidad. Sin embargo, Marisol (redactora) contó que en un medio de comunicación no sintió que la respetaran durante el embarazo.
"No obtuve los días de licencia que sí recibieron mis compañeras que se embarazaron antes que yo. Sumado a eso, la empresa (para la que trabajaba) jamás me notificó que debía hacer un trámite en la Anses para cobrar la asignación por embarazo durante los meses de puerperio. Me enteré de ese trámite cuando fui a solicitar licencia", relató. Esto sucedió durante el primer año de la pandemia.
Al respecto, continuó: "Tuve que ir con la panza de 8 meses a hacer fila en la Anses y buscar contactos que me ayudaran. Mientras tanto, la empresa no pagaba a la obra social, así que todos los gastos de embarazo y parto venían corriendo por mi cuenta. Si no hubiese sido por la ayuda de un grupo de amigos y un doctor que me dio una mano, hubiese tenido que parir en casa. Cuando manifesté mi disconformidad, por todo lo antes mencionado, me trataron de revoltosa y loca. Salí llorando de la oficina de la gerencia, donde estuve parada 30 minutos pidiendo explicaciones".
Todo esto le hizo sentir una gran frustración y repercutió fuerte en sus ganas de ejercer su profesión. Expresó: "Yo amaba lo que hacía, pero hoy quiero dedicarme a otra cosa. Eso logra la violencia laboral, rompe hasta lo que a uno le apasiona".
En este sentido, Silvana comentó: "Escuché decir a un exjefe que tenía que contratar más hombres para no dar tantas licencias de maternidad".


