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PRIMERA ENTREGA

Un modesto poblado con precarios ranchos de adobe, la Corrientes de 1588

La primera ciudad estuvo en la zona de la Arazaty y se trasladó luego al solar de la actual plaza 25 de Mayo. Casas grises, arenales, caminos irregulares y arroyos marcaban su fisonomía. 

Cambios. Tras las primeras décadas de extrema precariedad, recién comenzaron a aparecer construcciones más vistosas y durables. Crédito: Gentileza

434 años de vida cumplió ayer Corrientes, una de las ciudades más antiguas del país. Como tal, carga con una importante historia que no solo tiene que ver con hechos trascendentes que sucedieron en estas latitudes desde su fundación en 1588, sino con su propia transformación. La ciudad de hoy poco tiene que ver con la de hace más de cuatro siglos, de la cual no hay registros fotográficos y solo quedan algunos dibujos y documentos que permiten saber cómo fue aquel primer poblado tras la llegada de Juan Torres de Vera y Aragón y la comitiva española. 

Casas precarias de adobe, caminos irregulares y una acotada extensión fue la fisonomía que marcó a la ciudad desde su fundación, manteniéndose sin grandes cambios por bastante tiempo. Recién un par de siglos después puede decirse que Corrientes empezó un proceso de transformación que la llevó a cambiar de cara varias veces, hasta lograr su relativamente reciente configuración actual. 

 

"Hasta el siglo XVII, la ciudad no fue más 
que un pequeño 
asentamiento, muy precario y con una arquitectura 
sumamente modesta"

MIGUEL ÁNGEL RIERA
ARQUITECTO

 

República de Corrientes inicia hoy un camino de varias entregas pensando en aquella primera ciudad para tratar de  comprender cómo nació y cuál es el punto de partida de una urbe que supo amasar un acervo patrimonial único, aunque también dejando importantes baluartes edilicios en el camino. Cómo fue, entonces, aquella primera Corrientes, la de 1588 y las décadas subsiguientes, antes de la Casa de Gobierno, las iglesias actuales, los barrios y muchas de las construcciones que hoy son distintivas. 

El historiador Miguel Fernando González Azcoaga contó que "la ciudad de las Siete Corrientes fue vista como un buen puerto de escala entre Buenos Aires y Asunción". La punta Arazaty, colmada de plantas de guayaba, fue el sitio donde nació la ciudad y donde había, según se cree, una colonia pacífica de pueblos originarios que habitaban este suelo.

De esta manera, allí se dio el primer encuentro entre las culturas, una mixtura que perdura hasta hoy y que marcó el devenir histórico de la ciudad. 

 

"Las calles eran 
irregulares, igual que en Asunción, algo que se corrigió mucho tiempo después"

MIGUEL GONZÁLEZ AZCOAGA
HISTORIADOR

 

En ese sector se formó el "fuerte", que no fue más que un rancho que sirvió a los españoles para protegerse de los aborígenes belicosos. Esa fue la primera planta urbana de la ciudad, muy lejos de la actual plaza 25 de Mayo, espacio que se erigiría como centro cívico recién algunos años después. Historiadores estiman que alrededor del 1600 se comienza a formar el asentamiento en lo que hoy es el casco histórico capitalino, por lo que la ciudad se instaló y perduró por al menos una década en la zona de la Arazaty. 

Mudanza

Ya alrededor de la plaza, que por ese entonces no era más que un espacio vacío, las primeras construcciones fueron de adobe o estanteo, que incluía también la madera, y techos a dos aguas con tejas de palma. "Las calles eran irregulares igual que en Asunción, algo que se corrigió mucho tiempo después", señaló González Azcoaga. 

Por su parte, el arquitecto y especialista en el tema Miguel Ángel Riera contó que "el primer trazado de la ciudad no era muy preciso y se fue formando a partir de las condiciones del terreno irregular y que estaba atravesado por varios arroyos".

Casas de barro, calles irregulares y cursos de agua naturales pintan entonces un primer panorama de cómo se veía Corrientes hace más de cuatro siglos, cuando nació. 

Riera explicó que "hasta el siglo XVII la ciudad no fue más que un pequeño asentamiento, muy precario y con una arquitectura sumamente modesta". Recién a fines del siglo XVIII comenzaron a verse algunos cambios, respondiendo a la aparición de nuevas técnicas que servían para realizar construcciones algo más estables y duraderas.

Mientras tanto, el paisaje era gris y de escaso brillo, tal como se puede leer en los relatos de algunos que visitaron la ciudad en aquellos ya lejanos años. 

Las casas de barro y techos de palma tenían una fisonomía similar a lo que hoy se conoce popularmente como rancho, y durante las primeras décadas no sobresalía ninguna edificación en particular, hasta que empezaron a hacerse los primeros templos alrededor de la plaza 25 de Mayo, como la primera iglesia La Merced y la Matriz, en el predio donde está hoy la Casa de Gobierno. 

Aquellos edificios, al que puede sumarse el primer Cabildo estaban lejos también de tener un valor estético importante, e incluso hay registros de los constantes problemas estructurales que tenían, algo que obligaba a reconstrucciones casi permanentes. 

Con muy pocos habitantes, la ciudad tenía una extensión que era mucho menor a la que hoy tiene el casco céntrico.

"Incluso hasta principios del siglo XIX, los límites de Corrientes eran: el río y las calles San Luis, Yrigoyen y España", Señaló Riera. Pero aclaró que "incluso esas manzanas no estaban plenamente ocupadas, los ranchos se encontraban instalados de una manera dispersa y desorganizada". 

"Hasta mediados del siglo XIX, Corrientes tenía una fisonomía marcada por estas casas de adobe y tacuara, con techos de palma a dos aguas, algo que va a cambiar después, perdiendo esa arquitectura de la época fundacional", dijo González Azcoaga. 

Calles de tierra, grandes arenales y animales sueltos conformaban también el paisaje de una ciudad que todavía no era tal, sino que se presentaba más bien como un poblado modesto y precario en las primeras décadas tras la fundación.

Plazas

La plaza fue durante mucho tiempo un espacio vacío, aunque no por eso carecía de importancia. Con el traslado del puerto de la Arazaty a la punta San Sebastián, ese sector de la ciudad comienza a formarse como el verdadero centro cívico, donde se realizaban importantes actividades, y muy variadas, a pesar de no contar siquiera con parquizado en aquella época. 

Allí, entre las actuales calles Buenos Aires, Quintana, Salta y 25 de Mayo eran habituales las ceremonias, se celebró la jura del nuevo rey y el nacimiento de algún príncipe, entre otras cuestiones. "Acá, las noticias llegaban cuatro meses después, pero se hacían homenajes", contó González Azcoaga.

Recién en la década de 1850 aproximadamente construyeron allí una columna en homenaje a la Constitución, que fue el primer monumento que tuvo la actual plaza.

También había cuatro bustos en honor a los próceres de Mayo. Un viajero de aquel tiempo contó que las imágenes no eran muy estéticas.

Corrientes tenía una segunda plaza: la Cabral, que en aquel momento se llamaba San Juan Bautista. Se realizaban allí actividades que tenían más que ver con el comercio, aunque los registros fotográficos demuestran que tenía una escasa infraestructura, teniendo en cuenta que esa zona ya era prácticamente el límite habitado de la ciudad. 

El parque Mitre, la plaza La Cruz y el barrio Cambá Cuá –hoy desde hace tiempo espacios valorizados y centrales de la ciudad–  eran por aquellos años sectores absolutamente alejados y considerados de la periferia. En esas zonas, solo podían encontrarse algunos ranchos aislados y no mucho más. 

Residencias 

Recién entre el siglo XVII y XVIII aparecen en la ciudad las primeras construcciones de relativa importancia y que sobresalían del resto. Tuvo que pasar más de un siglo para que Corrientes cuente con edificaciones de una infraestructura y estética de mayor envergadura, y se trataron en general de residencias particulares que pertenecían a las familias más acomodadas económicamente. El convento San Francisco fue un hito en este sentido, siendo una de las más antiguas y que representó, en aquel momento, un verdadero avance constructivo. 

De esta manera, las casas en galería y los edificios que hoy conforman el conjunto patrimonial son posteriores a la época fundacional. En su nacimiento, Corrientes tuvo una imagen discreta y precaria que permaneció por varias décadas e incluso siglos. Aquella primera ciudad fue en la zona de la punta Arazaty, trasladándose luego al casco histórico actual.  Igualmente, no dejó de ser solo un asentamiento que contaba con un espacio libre como centro cívico y ranchos desperdigados de manera irregular.  

Una Corrientes marcada por las construcciones grises, de barro, los animales merodeando las calles y los arroyos corriendo libremente. Una ciudad que recién tendría una transformación importante en el siglo XIX, cuando se comienzan a construir edificios de mayor valía, varios de los cuales perduran hasta hoy. Son 434 años, más de cuatro siglos desde el arribo español, la fundación y el nacimiento de una ciudad cuyo valor patrimonial la ubica, sin dudas, en un lugar distinguido.