Nacionalismo y etnicidad: retorno al pasado indígena para crear la nación

Para cerrar la serie de artículos sobre nacionalismo de Encrucijadas, haremos referencia a la relación de las perspectivas del patriotismo moderno con las fuentes materiales y simbólicas de la etnicidad, muchas de las cuales están emparentadas, sobre todo en América, con el aporte de los saberes sobre el pasado indígena. El investigador Antonhy D. Smith, de la London School of Economics (1), plantea, en un artículo, que el nacionalismo se encuentra siempre "con una paradoja fundamental, debido a que, por un lado, los nacionalistas intentan ‘construir’ naciones, crear instituciones modernas, integrar poblaciones dispares y forjar culturas nacionales participativas; por otro lado, están siempre invocando el pasado nacional, volviendo atrás hacia una era de supuesta gloria, hacia viejos héroes y épocas distantes, en la tierra natal".
Pero en muchos casos, debido a esta necesidad de legitimar mitos y fuentes históricas desde donde construir la nación, recurren al pasado nativo, previo a la colonización eurooccidental.
A esto, Smith lo señala como la oportunidad que se presenta a los nacionalismos de recurrir al pasado étnico. Para ello define tres condiciones a realizar: crear una antigüedad comunal exhibible; recrear o construir mitos y tradiciones relevantes, y amalgamar una "comunidad étnica" apropiada. Las miradas modernizadoras e instrumentalistas sobre el etnicismo, nacionalismo y la política, en la actualidad ofrecen dos interpretaciones de dicha relación.
Por un lado, el regreso al pasado comunal se hace necesario para legitimar a las élites modernizadoras y sus ideas. Aquí citamos una referencia a la construcción de los nacionalismos en el tercer mundo de la posguerra, haciendo foco en las grandes naciones que surgieron del proceso de descolonización de los imperios después de 1945: "Mary Matossian planteaba que las tendencias nostálgicas y arcaizantes de tantos regímenes del Tercer Mundo, como el de Sukarno, Nasser y el Congreso indio inspirado por Gandhi, surgían de la necesidad de invocar tradiciones étnicas para reforzar y legitimar los muchos cambios sociales que estos regímenes se empeñaban en llevar a cabo ante considerable resistencia.
Esas mismas necesidades bien pueden haber inspirado movimientos revolucionarios en América Latina, cuyos programas de reforma agraria y reevaluación de la cultura india generalmente enfrentarían semejante oposición".
Respecto de la situación de América Latina durante el siglo pasado, Smith aporta, por ejemplo, que el nacionalismo social impulsado por el APRA (Asociación Popular Revolucionaria Americana) en Perú impulsó tanto una base popular como una intelectual, pero no dejó de lado un llamado a recuperar lo "incaico", como una síntesis de ambas posturas, que sirvió además como herramienta para liderar la acción popular. No obstante, este objetivo no siempre se logró con claridad porque el encastre entre las tradiciones antiguas y los cambios modernos, que promovían los movimientos populares, no siempre coincidían y dejaban libradas muchas cuestiones cruciales a las incertidumbres y las libres interpretaciones.
En segundo lugar, se pregunta Smith: "¿Por qué era realmente necesario retornar a un pasado frecuentemente inadecuado para legitimar la revolución nacional o social? ¿Se podía, verdaderamente, hacer más aceptable el cambio radical invocando el pasado lejano de la comunidad, tanto en el caso de los jinetes tribales de Arpad, como de los príncipes arios de Kshatrya de la India clásica o los incas del Perú?". Aquí entraba en juego la necesidad de obtener el reconocimiento masivo de ciertos rumbos políticos o sociales que adoptaron los regímenes rupturistas, con el pasado colonial. Pero también hizo falta mantener al sujeto "pueblo" movilizado defendiendo el proyecto de pasado comunal. Para ello, se evidenció la urgencia de recurrir a las masas apelando a sus emociones atávicas y a sus sentimientos colectivos. Allí volvían a jugar un papel clave las elites burguesas más progresistas o la intelectualidad orgánica, para debilitar a las clases dominantes extranjeras o las locales colaboracionistas con las potencias dominantes, asegura Smith, quien agrega: "Gandhi y otros intentaron extender la lucha del Partido del Congreso contra los británicos a los trabajadores y las castas más bajas en el campo, y encontraron necesario apelar a cultos hindúes y a la cultura folclórica a fin de evocar una respuesta popular".
De esa misma forma, Raúl Haya de la Torre (político fundador del APRA) en Perú, y Franz Tamayo y Gustavo Navarro (intelectuales y políticos) en Bolivia, propulsaron el reconocimiento del pasado indígena, como instrumento fundamental para la recreación de una genuina identidad nacional peruana y boliviana, libre de la dependencia en potencias exteriores. Esto tuvo su origen en el siglo XIX después del trauma nacional que produjo la derrota de ambos países en la Guerra del Pacífico (1879-1884) ante Chile. La ocupación chilena de Lima por varios años, después del fin de la guerra, trazó como consecuencia una herida profunda en la sociedad peruana. El pueblo cholo responsabilizó a la elite dominante blanca limeña por semejante humillación. Pero también, desde una perspectiva marxista latinoamericana, alejada del nacionalismo, el pensado peruano contemporáneo de Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, aseguró en sus trabajos que había una posibilidad de resolver el trauma nacional peruano apelando al glorioso pasado, recuperando sobre todo la identidad indígena extraviada e invisibilizada. Su temprana muerte no hizo mella en su influencia posterior en el pensamiento de la izquierda latinoamericana.
En el caso boliviano, las consecuencias materiales más graves de la guerra se mantienen hasta la actualidad, porque la derrota militar le significó la pérdida de todo su litoral marítimo del Pacífico. Es decir, la famosa salida al mar, junto a los estratégicos puertos de Antofagasta e Iquique y buena parte del desierto de Atacama, que pasaron a manos chilenas. Aquí podemos incorporar, para cerrar este texto, un último aporte de Smith.
El autor plantea que la teoría del retorno al pasado étnico tiene cierta fuerza en determinadas instancias, pero puede traer problemas. Por ello, el nacionalismo no siempre busca movilizar a las clases más bajas, por temor a los riesgos a sus propias posiciones que la estrategia podría producir. Quizás esto último se ajusta mejor al devenir histórico de Bolivia durante el siglo XX. n
(1) Smith, A. D. (1990). Nacionalismo e indigenismo la búsqueda de un pasado auténtico. Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, 1 (2), 5-17.
http://eial.tau.ac.il/index.php/eial/article/view/1297