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FESTIVAL CORRIENTES PAÍS CHAMAMÉ

Una multitud acompañó a nuestros artistas en su presentación en La Plata

Los acordes resonaron en la Ciudad de las Diagonales, donde los correntinos radicados allí sintieron que pudieron "volver a casa".

Crédito: Gentileza

Imagínese, por un segundo, lejos de su casa natal desde hace años. Toda una vida si quiere.

Imagine que el mundo que eligió para vivir o el lugar en el que trató de hacer su vida ya forma parte de su cotidiano andar, a punto tal que quizás los pequeños trazos de recuerdos relacionados con el sitio en el que nació y vivió de chico se van, poco a poco, desdibujando de su memoria. Hasta que sin querer un día se despierta y ahí nomás, a pasitos de donde vive y en una plaza que habitualmente visita, todo se viste de aquella infancia y trae acordes que lo llevan a sus primeros años de vida. Acordes que lo harán pasear por su primer techo, sus juegos, su familia.

Ese don suele tener el chamamé y así actúa siempre que visita por sorpresa a sus hijos correntinos que viven alejados del Taragüí. Ese que otra vez floreció gracias a la maravillosa idea de un festival itinerante que parece ir haciéndose costumbre.

Crédito: Gentileza

El Festival Corrientes País  Chamamé es una oportunidad para reencontrarse con lo que nunca se olvida. Es que se trata de un evento que se hace con artistas correntinos, pero no en Corrientes. Y muchos de ellos, ni siquiera residen en nuestra provincia. Padecen también el destete obligado similar al de tantísimos residentes correntinos que andan desparramados por la república. Este fin de semana, la fiesta se armó en La Plata, más precisamente en el Centro Cultural y Polideportivo "Los Hornos". Al aire libre, en una plaza y en un sábado primaveral que se vio impregnado de correntinidad. Por el lugar, pasaron artistas como Ernestito Montiel, La Pilarcita, Paula Basalo, Tupá y otros. Tuve la suerte de estar ahí y ver nuevamente cómo a través de la música, la vuelta a casa se da para tantísimos que alguna vez partieron a probar suerte en otra parte. "Si bien este festival ha sido creado por iniciativa del gobernador Valdés como una manera de agradecerle al país todo lo que hizo por nosotros durante el verano pasado -cuando los incendios azotaron nuestra provincia-, nos alegra el alma ver a tanta gente que se acerca a escuchar y a reencontrarse con su música. Personas que viven en este caso en La Plata y sienten que por una tarde regresan a sus pagos. Nos lo hacen saber hoy nuevamente como ya pasó en La Matanza, cuando se realizó la primera edición.

El Festival País Chamamé es una actividad cultural de la Casa de Corrientes para difundir la historia,  la cultura y las tradiciones de Corrientes".  El que habla es el representante de la Casa de Corrientes en Buenos Aires, Enrique Garro. Él y tantísimos otros están aquí hoy, detrás de escena. Un equipo de colaboradores integrado por personal de la Casa de Corrientes en Buenos Aires y de Cultura de la Provincia llevan ya más de ocho horas haciendo que este rinconcito platense sea una fiesta.

Volver a casa con el chamamé 

"Ustedes me devolvieron un rato a mi casa, gracias. Hoy mientras tocaban los Chaque Ché le hice una videollamada a mi abuela, que está en Saladas. Y se emocionó cuando escuchó y vio a sus nietos bailando", me cuenta  Héctor, un muchacho de unos treinta y pico de años que está con su señora y sus tres nenas en este predio. El lugar está colmado de sillas, silletas y mucha gente que baila chamamé con cada artista que sube al escenario. Algunas comidas típicas -y no tanto- también rodean a este espacio que en este día ha convocado, por obra y gracia de nuestra música, a más de 6.000 personas de todas las edades. Los integrantes del Centro de Residentes Correntinos en La Plata son un montón. Y están varios gauchos que se vistieron y se prepararon para la ocasión con el atuendo correspondiente. 

Bailan y bailan. Brota un sapucay. Y dejan caer más de una lágrima, cuando ven en escena a los excombatientes de Malvinas que van a ser reconocidos con la entrega de una bandera de Corrientes. Suenan Malvinas y el himno nacional. La emoción a flor de piel. Un cura del lugar habla de ellos en el escenario y el aplauso, se nota, sale del alma de cada uno de los presentes.

"Qué bueno que esto pase. Y qué bueno que se acuerden de la gente y de los músicos, de los artistas que por acá andamos. Alguien tenía que hacer algo así para que los artistas podamos estar cerca de toda esta gente". Palabras más, palabras menos, este pensamiento se hace eco entre quienes suben a escena. De eso habló Blas Martínez Riera mientras tocaba.

También Aldy Balestra, que subió y alegró a todos, anticipando un show de Tupá que está muy próximo a darse en un emblemático teatro de la Capital Federal. Solo hay palabras de agradecimiento, arriba y abajo del escenario. Los que hoy tocan se mezclan entre la gente y se animan a bajar, como pasó con la Pilarcita. O con el joven Tomás Zacarías, que hace chamamé con las herramientas de un influencers. Y mal no le va: el público lo adora y es un "chama-star", que seduce por su espectáculo tan atípico. 

En el otro extremo, el enorme Cuarteto Santa Ana le impone su mística a una jornada que ha tenido de todo: Carolina Rojas, Exequiel Fernández, Atardeciendo Amaneceres.  Y si algo faltaba, en el final hay un poco de carnaval, que se mezcla entre los acordeones. 

Crédito: Gentileza

La esencia de un país chamamecero

"Somos esto, esta es nuestra identidad". La frase se repite en escena. Y se clava en el corazón de cada uno de los que ha visitado hoy este lugar. 

Ya es de noche y de a poco, se van apagando las luces. Platenses e hijos adoptivos de esta ciudad regresan a casa. Los primeros, sorprendidos por la incansable alegría y fuerza natural de la mayor expresión cultural correntina. Los segundos, con una extraña sensación provocada por ese reencuentro con sus orígenes, con la infancia, con el hogar que los vio nacer.

Con patios y juntadas que se daban mientras algún chamamé sonaba. Regresan con alguna que otra lágrima, sí. Pero con el espíritu lleno de esa esencia que jamás se pierde. Y que si amaga alguna vez con querer desdibujarse, alcanza y sobra con esa musiquita para volver a poner las cosas en su lugar.