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ENCRUCIJADAS DEL SIGLO XX

Guerra Irán-Irak: un conflicto que preludió el "choque de las civilizaciones"

Crédito: Gentileza

El golfo Pérsico representa una región caliente de nuestro planeta, pero no solo por sus temperaturas medias altísimas, debido a que su geografía está rodeada de países desérticos ubicados apenas kilómetros al norte del trópico de Cáncer. El adjetivo de caliente tiene que ver también con que se trata de una zona históricamente muy conflictiva.

Desde el origen de las civilizaciones antiguas fue territorio de batallas y guerras entre imperios, como el de sumerios, asirios, romanos, persas y otomanos. En la primera mitad del siglo XX, durante las guerras mundiales, fue el escenario de contiendas marginales. En la primera, estalló la revolución árabe contra el dominio turco, agitada por el enigmático agente inglés Lawrence de Arabia. En la segunda, se produjo la invasión aliada a Irak en 1941, al asumir en Bagdad un gobierno pronazi, apoyado por la Francia de Vichy. 

Al final de la II Guerra Mundial, la mayoría de los países con costas sobre el Golfo obtuvieron la independencia, casi al mismo tiempo en que se descubrió que el subsuelo de la región contenía grandes reservas de petróleo convencional. Para 1960, en Irak, un golpe de Estado militar derrocó a la dinastía hachemita, que había sucedido al protectorado británico, el cual estableció un gobierno inspirado en el nacionalismo árabe (ver nota anterior de esta columna sobre el baazismo), de carácter socialista y secular, que aplicó la reforma agraria, y en 1970 otorgó los derechos a la mujer (voto, educación y propiedad). En 1979 llegó a la presidencia, un destacado líder del Partido Baaz iraquí llamado Saddam Hussein.

Mientras tanto, Irán había sido durante varios siglos un territorio en disputa entre los imperios ruso y británico, hasta que en 1907 establecieron un acuerdo. En 1941, durante la II Guerra Mundial, ingleses y soviéticos  ocuparon el país gobernado por Rezha Shah, debido a las sospechas sobre su simpatía hacia el Eje. Al final de la contienda, los soviéticos obtuvieron la independencia de Azerbaiyán, que se integró a la URSS, pero los problemas que trajo el comienzo de la Guerra Fría demoraron la retirada del ejercito rojo de Irán, cosa que finalmente se concretó en 1946. El Reino Unido se retiró antes, pero mantuvo su influencia por las concesiones petrolíferas. En 1953, el sha (rey) conspiró con la CIA para deshacerse de su primer ministro nacionalista Mohammad Mosaddeq, lo que le permitió ir conformando un gobierno autoritario con el apoyo occidental. En 1977 se inició un movimiento de protestas contra el Sha Rezha Palevi, que desembocó en una revolución islámica, encabezada por el líder religioso chiita Jomeini, que se hizo con el poder en 1979. 

Después de la retirada británica de la región, la zona fronteriza entre ambos países fue ocupada por el reino persa, especialmente la desembocadura de los ríos Tigris y Éufrates, un estuario llamado Shatt al-Arab. No obstante, a pesar de las tensiones, en el 75 se firmó un acuerdo de límites y cooperación. Pero la revolución islámica en Teherán trajo consecuencias no previstas, debido al carácter no religioso del gobierno iraquí, que temió un avance del fundamentalismo. Saddam Hussein asumió el estado de debilidad en el que se encontraba el ejercito iraní debido a las purgas del ayotolá  Jomeini, sobre todo contra la oficialidad profesional, por lo cual denunció el tratado e invadió la zona el 22 de septiembre de 1980 con sus ejércitos.

Lo particular de este conflicto fue que no respondía a la lógica de la Guerra Fría, ya que EE. UU. había entrado en conflicto con los iraníes desde la toma del poder por los islamistas, sobre todo, después del asalto a la embajada estadounidense en Teherán por estudiantes islámicos y guardias revolucionarios. Parte de esta historia está reflejada en la película Argo (2012), dirigida y protagonizada por Ben Affleck, que obtuvo el Oscar a mejor película. La historia refleja la huida de un grupo de funcionarios consulares de EE. UU., que se escondieron en la casa del embajador canadiense, operación organizada por la CIA.

El conflicto del norte del golfo Pérsico adquirió gran escala entre dos ejércitos que tenían armamento moderno en sus arsenales. El Irak de Hussein contaba con lo mejor del arsenal soviético, un histórico aliado del movimiento baazista árabe, pero también adquirió aviones Mirage franceses, por ejemplo. Al principio de la guerra, Irán poseía aviones norteamericanos y tanques británicos, de última generación, adquiridos por el sha, antes de la revolución. La imposibilidad de obtener repuestos y reponer las pérdidas hizo que la Guardia Revolucionaria comprara armas a China y en el mercado negro (obteniendo allí incluso fusiles israelíes).

Para 1981, la ofensiva iraquí fue detenida y sobrevino una contraofensiva iraní. El mayor potencial de los persas era contar con una mayor reserva de recursos humanos, ya que triplicaban en población a su contendiente. Para 1982, el frente se estabilizó y se transformaron las acciones en una batalla de trincheras al mejor estilo de la Gran Guerra europea. 

La prolongación de la guerra a lo largo de la década del 80 produjo no solo cientos de miles de muertos entre civiles y militares de ambas naciones, sino que además agotó sus economías. Aun así, en 1986, estalló un escándalo en EE. UU., durante la segunda presidencia de Reagan, al descubrirse una oscura trama por la cual una organización liderada por el coronel Oliver North (oficial Marine) vendía ilegalmente armas estadounidenses a Irán y, con el rédito obtenido, financiaban a los Contras nicaragüenses, ramificándose las conexiones hasta los carteles del narcotráfico. Las sospechas de la implicación de la CIA y altos funcionarios norteamericanos parecían evidentes, pero nunca pudieron probarse y el escándalo se diluyó con el paso de los meses.

Otro hecho impactante fue el uso de armas químicas por los iraquíes contra iraníes y kurdos. El agotamiento de ambos países forzó una paz para fines de 1988, aunque la guerra no dejaba ver un claro vencedor. 

A pesar de ello, la caída del muro de Berlín provocaría nuevos conflictos en esa zona caliente del mundo. 

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