Para ver esta nota en internet ingrese a: https://www.republicadecorrientes.com/a/38976
ENCRUCIJADAS DEL SIGLO XX

San Pablo: una pequeña villa convertida en el motor económico de Sudamérica

Crédito: Gentileza

La colonización del sur de América estimuló la competencia entre los imperios español y portugués por apoderarse de los inmensos territorios descubiertos en el nuevo mundo.  En el Tratado de Tordesillas, se dividieron las regiones y los reyes de Castilla se quedaron con América Central, la región andina y el cono sur. A la corona lusitana le correspondió la región oriental de lo que hoy se conoce como el macizo brasileño y la zona costera conocida como mata atlántica. En 1500 arribaron los colonizadores portugueses estableciéndose a lo largo del litoral atlántico y fundando las primeras ciudades: Recife (1537), Salvador de Bahía (1549), Río de Janeiro (1565), João Pessoa (1585) y São Luis (1612). 

Las características del terreno dificultaron la penetración al interior. En el norte estaban las selvas de la cuenca del Amazonas y en el nordeste, el sertao (desierto), que comenzaba a 200 kilómetros de la costa. En la región central, el macizo brasileño constituía un extenso territorio de serranías, valles y ríos, que ocupa la mayor parte del país. Por ello, el poblamiento y conquista del resto del Brasil fue una tarea titánica. La villa de San Pablo (en el sudeste del país, a unos 400 kilómetros al suroeste de Río de Janeiro) surgió en 1554 como una construcción de los jesuitas. Durante más de 200 años, la villa sobrevivió a conflictos con pueblos originarios vecinos y lejos del centro político de la colonia, al encontrarse del lado oeste de la tortuosa Serra do Mar. Pero todo empezó a cambiar a partir del siglo XVIII con el descubrimiento de oro en las regiones del Planalto (meseta de Goias y Cuaiba). San Pablo se convirtió en un punto intermedio del viaje a esas regiones, lo que expandió a la colonia portuguesa más allá de los límites marcados en Tordesillas. 

A principios del siglo XIX se agotó la fiebre del oro y comenzó la expansión de la caña de azúcar en la región. Aumentó el crecimiento y –posteriormente– empezó el cultivo de café, que sumó otro factor de expansión demográfica. El 7 de septiembre de 1822, en Ipiranga –zona de San Pablo– el príncipe Pedro de Alcántara proclamó el Imperio del Brasil y la independencia de la corona portuguesa. Con la llegada del ferrocarril, a mediados del siglo pasado, la inversión sostenida en el transporte expandió la influencia de la ciudad sobre toda la región. Alrededor de 1880 el inició de la inmigración europea llevó a muchos a instalarse en una zona de constante crecimiento, lo que transformó a San Pablo en un referente político y económico del país más extenso de Sudamérica. En esos años se produjo el final del imperio y la transformación en república. 

El periodo conocido como la Republica Velha (vieja) se extendió hasta 1930. Durante esa etapa, la ciudad pasó de ser un centro económico regional a una metrópoli clave en el desarrollo político, económico y social del Brasil. En la jerga política se decía que el país se regía por la política del café con leche, por el grano que aportaba San Pablo y las vacas del estado de Minas Gerais. Ambos estados influían en el devenir de la joven república. El siglo XX definitivamente encumbró el protagonismo de la gran ciudad brasileña a nivel global. El famoso antropólogo francés Claude Levi-Strauss vivió allí durante las pausas de su investigación etnográfica con indígenas amazónicos, que inmortalizó en la obra Tristes trópicos. En 1985, después de más de 50 años, volvió a la ciudad acompañando al presidente Miterrand en una visita de Estado. Declaró luego qué impresión le dio la megaciudad: "En los 30, San Pablo tenía apenas un millón de habitantes y en 1985, más de diez millones. Los vestigios de la época colonial habían desaparecido. San Pablo se había transformado en una ciudad bastante horrorosa, erizada de rascacielos, a tal punto que cuando quise volver a ver no la casa donde yo había vivido -seguramente ya no existía- sino la calle donde estaba construida, pasé la mañana bloqueado en embotellamientos, sin poder llegar".

La confesión brutal del pensador francés habla de la transformación de la villa en una megalópolis en pocas décadas. El impacto de la industrialización fue incorporando símbolos de grandes ciudades: rascacielos, mansiones, museos, parques urbanos, la mítica avenida Paulista y la prestigiosa Universidad de San Pablo.

La crisis del 30 y sus consecuencias encontraron a la ciudad liderando una revolución constitucional contra el gobierno provisional de Getulio Vargas. El estallido de la II Guerra Mundial fomentó el despegue industrial de la región metropolitana, que se consolidó en las décadas siguientes. En esos años se construyó la primera ruta asfaltada que la conectó con el litoral marítimo paulista y el puerto de Santos. Para los años 60, la construcción del metro transformó el sistema de transportes de la megaurbe. En 1960, se produjo el traslado de la capital del país desde Río de Janeiro al Distrito Federal de Brasilia, un producto de la propuesta urbanística del arquitecto Oscar Niemeyer.

En 1964 ocurrió una conspiración militar, apoyada por sectores empresariales y políticos cercanos a EE. UU., que, con la lógica de la Guerra Fría y la doctrina de Seguridad Nacional, derrocaron al presidente João Goulart, al que acusaban de tener una infiltración comunista en su gobierno debido a sus propuestas de reforma agraria y nacionalización de empresas. Hacia 1968, las protestas antigubernamentales arreciaron y las grandes ciudades como San Pablo fueron escenario de conflictos por el endurecimiento de la represión.

Durante la siguiente década, las protestas y huelgas continuaron en el cinturón industrial paulista, y allí empezó a destacarse la figura de un tornero mecánico y sindicalista llamado Luis Da Silva, conocido como Lula. En 1980, junto a grupos políticos e intelectuales de izquierda, fundó el PT.

En esa época, San Pablo se había convertido en el centro financiero, industrial y cultural más importante de América Latina. Sin duda, la vieja villa fue el motor de la recuperación económica del país, que se notó desde mediados de los años 90, luego de las diferentes crisis que atravesó la democracia recuperada en 1985. Para el 2000, San Pablo y su área metropolitana superaba los 30 millones de habitantes. 

Temas en esta nota

HISTORIA