No solo tango: los de Buenos Aires también tocan chamamé
En una de las provincias más importantes de nuestro país circulan una cantidad de géneros musicales. Pero no se escapa del estilo musical que identifica a Corrientes. Lo llamativo es que muchos, sin haber nacido en la cuna del Libertador, la adoptaron como propia.

Los que gustamos de nuestra música del Litoral, a veces, tenemos la tendencia a escuchar determinados grupos. Muchos de ellos ya no se encuentran en este plano y lo hacemos por nostalgia hacia alguien que guardamos en nuestro corazón o en algún lugar determinado. Pero hay esperanza en el chamamé. Existen jóvenes que interpretan sus músicas con elegancia y respeto.
Uno de los artistas al que nos referimos es Manuel Cruz. Este joven nacido en el barrio de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires, proviene de una familia de músicos. Su abuelo y su padre ejecutaron el bandoneón y son originarios de la provincia de Entre Ríos. Sus lazos familiares vienen de Misiones y Corrientes. Este joven, de 32 años, fue criado en un ambiente musical, cultivándose y escuchando discos de figuras como Tránsito Cocomarola, Ernesto Montiel, Isaco Abitbol, Mario Millán Medina, Tarragó Ros y Blasito Martínez Riera, entre tantos otros.

Transitar un camino
La primera grabación llegó a los cuatros años cuando recitó el poema Chamamé de Osvaldo Sosa Cordero para una grabación del recitador Carlos Serial. Justamente, Serial fue una suerte de padrino musical, ya que junto con Antonio Tarragá Ros le regalaron su primer acordeón Hohner de hileras y ocho bajos, que lo consiguieron en el taller de instrumentos del luthier de Tito Ferrari.
Manuel comenzó a los cinco años el camino musical. Debutó, el 8 de enero, en una fiesta del Gauchito Gil, en Radio Total de la zona de Quilmes y la guitarra que lo acompañó es de Mateo Villalba. Ejecutó Mi primer chamamé, de su propia composición, un ejercicio que su padre Juan Manuel tenía para saber si el niño tenía capacidades musicales, cambiando del tono al dominante. Además, recitó unos versos que le escribió Carlos Serial, dedicados a su abuela Virginia, y de esta manera fue asentándose despacito. Lo acompañaron en esas prematuras salidas musicales Juan Carlos Miño y Rubén Galeano en guitarras.
Se acuerda sus actuaciones en el ciclo televisivo Folklorísimo para Canal 7 y también en el canal Argentinísima. Su estampa imponía respeto entre colegas, el público le prestaba atención y lo ovacionaba porque representaba una prolongación para el chamamé. Los primeros temas eran Pistola 500, después descubrió la figura de Ernesto Montiel, que le despertó una admiración y adoptó definitivamente ese estilo chamamecero.
Con 27 años de trayectoria musical, a los 13 años grabó su primer disco Con el chamamé en el alma, le siguieron otros trabajos como Arpegiando, Con fragancia de pasión y Retratos del Taragüí. Cuando escuchamos sus discos, descubrimos, además, la interpretación de algunos temas del señor del acordeón. Incorpora a otros autores que son sinónimo de identidad como Cambá Castillo, Raúl Barboza, Tarragó Ros y Pedro Sánchez, por citar algunos.
Después del fallecimiento de Carlos Talavera, llegó la invitación de Raúl Carlos Ramírez. Lo llamó para participar en dos temas, ya que preparaban una grabación. En ese momento, estaba integrando el acordeón Hugo Encina, que se retiró y es ahí cuando Manuel tomó la dirección y grabó el trabajo Pasión, historia y respeto, para el Nuevo Cuarteto Santa Ana, en el año 2012. Tiempo después, intercalando sus estudios de abogacía en la Universidad de La Plata, se radicó finalmente en la ciudad de Paso de los Libres. Después de dos años, volvió a formar su propia agrupación.
La música le permitió conocer otros instrumentos como la guitarra, el contrabajo, bandoneón y piano. Fue requerido como invitado en grabaciones, por ejemplo, acompañó a su padre Juan Manuel en el bandoneón, y también, a colegas como Antonio Tarragó Ros, Carlos Serial e Ismael Torales, entre tantos otros.
Manuel Cruz con el paso del tiempo fue escalando y obtuvo una mayor aceptación en distintos festivales del Litoral argentino. Algo para destacar, es su pluma que sorprende por el mensaje que brinda en cada presentación. Mayormente se da en los festivales de la ciudad de Corrientes, en Federal y tantos otros que tienen su máxima difusión en las redes sociales. Los recitados son El chamamé, después otra denominada por la gente Permiso mi Litoral, que contenía cuatro frases que fueron el puntapié para una nueva glosa de otro estrenado Por tu honor mi chamamé, en la última edición de la Fiesta Nacional y Rancho petiso, y compuso la música junto a Oscar Burgardt. Además, su composición refleja que tiene una vena autoral en títulos como Correntinita, Arpegiando, José Godoy, El gaucho cantor, Pudo haber sido y no fue, Quizás tal vez, La fiesta de Don Ernesto, Mi tordillo Compadrón, y Yunta Porá, por citar algunos.
En diálogo con República de Corrientes, Manuel Cruz nos comentó lo que ve reflejado, actualmente, en el género. "Siempre hay gente que hace música, a su vez, rescatando cosas que es fundamental. Nos vuelve a replantear muchas piezas de nuestros mayores que no son tan difundidas y nos indican cómo hacer las cosas. Hay buenos muchachos como Martín Lubezni, Daniel Esteche, Facundo Boloque, Pura Sangre, y otro es Maximiliano Panozzo", comentó.
Por otro lado, ya finalizando la charla nos dijo que recién ahora puede proponer un sonido propio, con temas y recitados, incorporando un clásico. "Tuve que pasar por una escalerita, adquirir conocimientos. Por primera vez, toqué una obra mía que se llama Arpegiando, en la ciudad de Corrientes. No es cuestión de largarse así de una", argumentó.
Hoy, acompañan a Manuel Cruz, los músicos Valentín Aranguiz en guitarra, Carlos Vicenti en guitarrón y voz, Rubén Wetzel en bandoneón, y complementa Víctor Vallejos en guitarra y voz. Este conjunto musical es uno de los mejores que tenemos en nuestra música del Litoral. En cada escenario que se presentan el público los apremia con aplausos, se destaca la elegancia, su vestimenta, el respeto y la pasión que expresan desde sus corazones, porque el compromiso es muy grande, y ellos tienen la espalda para representar al chamamé.

Raíces entrerrianas
Otro de los jóvenes valores es Martín Lubezni, hijo de entrerrianos. Este joven acordeonista, nacido en la zona de Merlo, en el conurbano bonaerense. Su conexión con la provincia de Entre Ríos comenzó desde sus primeros años, cuando acompañaba en los viajes a sus padres. En una de esas salidas, su papá le compró un cassette de Abelardo Dimotta y Julio Luján. Al darse cuenta que era diferente el chamamé que sonaba en las radios, le tomó mucho cariño y lo llevo a interiorizarse en ese estilo. Tiempo después, conoció al acordeonista Álvaro Copello, y siendo su maestro le enseñó algunos temas.
La amistad entre Copello y Lubezni se selló hasta el fallecimiento del maestro, en el año 2014. Álvaro Copello compró un acordeón de la firma Fratelli Soprani, alimentándose de lo más mínimo, para pagar en cuotas el instrumento. De esta manera, desarrolló su carrera con Juancito, el Peregrino, Coco Díaz, Julio Luján, Los Quilla Huasi, Trío Taragüi, entre otros. Después, recibió un acordeón de la firma Paolo Soprani en la década del 90 y guardó la otra como una reliquia. Hasta que, en el año 2009, el acordeón que realizó toda su vida artística se la entregó a Martín Lubezni.
De esta manera, el joven que adoptó el estilo dimottero lleva 24 años en distintos escenarios. Acompañó a figuras como Juancito, el Peregrino, Coco Díaz, Paloma Valdez, María Ofelia, el conjunto del Gordo Copello, Polito Castillo, entre otros. Hace 20 años formó su propia agrupación. Grabó varios trabajos discográficos como Apriete que va la marca, 10 años con el chamamé y Alvarito. Además, prepara otro material con los integrantes que lo complementan actualmente; Juan Galarza, Gonzalo Manrique, y Alexis Bordón.

Tanto Martín Lubezni como Manuel Cruz provienen de familias entrerrianas. Estos caballeros, nacidos en el año 1991, simbolizan la esperanza de que esto tan lindo que nos brinda la música, su legado y riqueza cultural no se pierda. Por otro lado, son figuras que remueven la historia de los protagonistas de otros tiempos, nutriéndose de las raíces que los mayores nos han dejado. Siguen por los escenarios llevando con total respeto el estilo que han adoptado, representando no solo a un género musical, sin a un patrimonio que hoy es cultural inmaterial de la humanidad.


