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Opinión

Elecciones y lecciones en Europa

La elección del 9 de junio pasado donde se eligieron eurodiputados y la próxima del 4 de julio del Reino Unido nos deja puntos a tener en cuenta, paralelismos y paradojas.

Uno de ellos es el avance evidente de la extrema derecha en la Unión Europea, aunque el partido de derecha de Margaret Thatcher, la Dama de Hierro, según los pronósticos electorales será derrotada en las urnas en el Reino Unido. 

¿Fue el brexit algo sin sentido? Para tratar de entender la derrota estrepitosa de la derecha conservadora ante el Partido Laborista después de la primera elección, desde la separación del Reino Unido de la Unión Europea.

El 4 de julio de este año, 650 distritos electorales que lo componen elegirán entre Rishi Sunak, conservador de derecha, y el líder del Partido Laborista, Keir Starmer.

Según las encuestas, Keir Starmer lograría el triunfo en las próximas elecciones generales adelantadas en el Reino Unido, en una victoria incluso mayor a la lograda en 1997 por Tony Blair.

Después de 14 años los conservadores (tories), hoy conducido por Rihsi Sunak, están en el camino inclinado de una derrota segura.

La inflación, la caída del salario en términos relativos, el aislamiento, el muro económico levantado el 24 de diciembre del 2020 cuando Londres-Bruselas firman el retiro de la Unión Europea empezó a construir su propia derrota en forma lenta, hoy el pueblo piensa que el brexit fue y es una trampa que le puso un techo de cristal invisible para mantener un nivel de vida aceptable.

Este fenómeno electoral del Nuevo Laborismo, un partido de centro izquierda, es una disrupción en Europa y dado el fenómeno de extrema derecha que viene mostrando apoyo popular ascendente como se verificara en las elecciones de los eurodiputados en la Unión Europea (27 elecciones nacionales simultáneas producidas el 9 de junio de 2024), este resultado tiene varias lecturas en términos de familias ideológicas como se construyen los bloques en el Parlamento de Bruselas los que quieren más integración, más la Unión Europea, equilibrio centristas sacaron electoralmente el 69 por ciento de los votos y la extrema derecha el 31 por ciento pueden incidir en las ideas, pero no decidir las posiciones en el parlamento de eurodiputados. No obstante, las locomotoras de la Unión Europea, como son Francia y Alemania, donde el oficialista en Francia salió segundo y ganó el partido de extrema derecha de Le Pen, Renovación Nacional, por primera vez y el oficialismo alemán, tercero y la extrema derecha pronazi del AFD salió segundo. 

Luego se consolida en Italia Georgia Meloni y fue un fracaso la extrema derecha española Vox Abascal con el 6 por ciento, ganó el PP de Feijóo, Partido Popular con 22 Eurodiputados, y el oficialismo salió segundo con 20 diputados, pero sin atenuar el peligro de las ideas fanáticas extremistas que están en crecimiento.

La extrema derecha europea tiene elementos en común que se sintetizan en: la identidad nacional (más nacionalismo menos Europa e integración, lucha contra la inmigración no deseada priorizando la supremacía blanca), culto al racismo, Europa para los europeos y lucha contra el islamismo.

Otra lectura para analizar además de la fobia al islamismo es que en Europa crece el antisemitismo peligroso contra los judíos. Esto último se volvió transversal ya que, por primera vez, la extrema derecha recibió votos a pesar de que históricamente negaban la Shoa u Holocausto y tenían casi el monopolio del antisemitismo.

Otra lección para la derecha latinoamericana es que el enfrentamiento entre la extrema derecha y los otros partidos democráticos europeos es que los primeros quieren más nación y nacionalismo, y los segundos quieren más Europa y la integración. Pero ambos coinciden en defender su país, pues hasta los que quieren más Europa desean una integración para tener más competitividad, más productividad, más escala para competir después en el mundo en mejores condiciones; pero todos tienen en común que quieren defender su país y no alineaciones automáticas, ciegas o aperturas unilaterales, y no creen en un mundo sin fronteras. Sino desde distintas escalas todos defienden sus intereses nacionales ya sea con más nación o más Europea.

Esto es bueno como lección porque la extrema derecha como la de Menem, por ejemplo, eligió una opción distinta: darle poder a los poderosos para que te devuelvan, hecho que nunca ocurre ni tampoco sucedió con Guido Di Tella, que utilizó la alineación automática ciega y unilateral con los poderosos EE. UU. en base a la teoría y el paradigma del realismo de los países débiles (libro de cabecera escrito por el doctor en Relaciones Internacionales, Escudé Carlos) y la apertura económica indiscriminada, es decir, nos convirtieron en un punto de mercado, desprotegieron la sociedad, la nación y la integración fue realizada con un paradigma neoliberal y comercialista sin ser sustentable en el tiempo.

Haciendo la síntesis de estas lecciones, los países europeos siempre defienden su países, ya sea a través del nacionalismo o con más Europa, porque pretenden construir mercado, sociedad y nación en forma simultánea y con distintas lógicas. Los oficialistas que administran el cambio y son el cambio, son sustentables en el tiempo por ser previsibles.

En EE. UU., entre Joe Biden y Donald Trump hay diferencias sustanciales, pero la extrema derecha de Trump defiende el nacionalismo, el mercado interno y no es lo mismo producir caramelo que acero. 

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